Según la Organización para la Agricultura y
la Alimentación de las Naciones Unidas (FAO)[i] hoy
en día, hay en nuestro planeta más personas para alimentar con menos agua,
menos tierra productiva y una fuerza de trabajo rural más pequeña. Si bien en
la actualidad casi 800 millones de personas sufren hambre, para 2050 la
producción mundial de alimentos se tendría que aumentar en un 60% si se quiere
alimentar a los más de 9.000 millones de habitantes que, según las previsiones,
vivirían en nuestro planeta.
Este reto asume una
enorme complejidad, porque su ejecución implica a su vez afrontar factores de
orden ambiental, económico, social y político.
Se trata de desarrollar una agricultura que a la vez que resuelve el
problema alimentario debe preservar los recursos naturales, cada vez más
deteriorados por la acción humana, misma que está acelerando las distorsiones
climáticas, que tienen honda repercusión a su vez en los procesos de producción
agrícola.
Una alternativa para
asumir este desafío lo constituyen los llamados cultivos subutilizados. Se trata de cultivos que, en la mayoría de
los casos, han sido relegados por la agricultura moderna y por la avalancha
cultural impuesta desde la conquista europea de nuestra región.
Diversos estudios y
experiencias dan cuenta de la enorme posibilidad de uso de estos cultivos
debido a su plasticidad frente al cambio climático y su presencia y relación
con el conocimiento tradicional y la agricultura campesina e indígena en donde
se presentan los más altos índices de pobreza.
También se ha podido corroborar que además de ayudar a asegurar el
acceso a alimentos, poseen propiedades nutracéuticas que pueden contribuir al
mejoramiento de la salud de la población.
Panamá no escapa a esta
realidad y posibilidad, y el rescate de cultivos subutilizados puede
convertirse en una importante acción que contribuya a la seguridad
alimentaria. Ciertamente somos un país
con una alta agrobiodiversidad, pero en contraste la variedad de cultivos
utilizados en la alimentación es muy baja.
La “modernidad” está desplazando cultivos que hasta hace poco eran parte
de la dieta diaria y esto puede tener incidencia en la salud de las
generaciones más jóvenes que, por ejemplo, orientan su predilección por la
comida chatarra y desconocen el 90% de las frutas que se producen en nuestro
país.
Hace falta rescatar los
cultivos subutilizados y el conocimiento tradicional asociado a ellos. Pero para iniciar necesitamos identificarlos
y recorrer el camino de su apropiación y divulgación. Este blog se plantea ese objetivo y con él la
invitación para recibir aportes, comentarios y críticas que puedan fortalecer
el noble propósito de ayudar a la alimentación y salud de nuestra gente, con
nuestros recursos y garantizando el cuidado de la naturaleza.
A manera de orientación con el tema sugerimos la lectura de
la Revista de Agroecología,
principalmente el artículo “¿A qué denominamos especies subutilizadas?”.
REVISTA DE AGROECOLOGIA, vOL 20, NUMERO 1
REVISTA DE AGROECOLOGIA, vOL 20, NUMERO 1
[i] FAO 2016. La alimentación y la
agricultura, claves para la ejecución de la Agenda 2030 para el
Desarrollo Sostenible. www.fao.org En: www.fao.org/3/a-i5499s.pdf